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REFLEXIONES EN TORNO A LA CRISIS COVID-19 Y LA VULNERABILIDAD HUMANA

No te conformes con leer, es #parapensar

En tiempos de Covid-19 hemos redescubierto que somos frágiles y vulnerables…todos, cada uno. La sociedad también; su estructura, ritmo y producción. Como un castillo de naipes, todo puede derrumbarse por un ser microscópico…y ese ser nos ha recordado, entre otras cosas, que somos mortales y que la medicina no es infalible; que no importa la raza, ni el dinero, ni el status social...el miedo, la angustia, la enfermedad y la muerte no entienden de eso.


La vulnerabilidad humana se ha puesto de pie; hemos palpado que no siempre tenemos capacidad de prevenir, resistir y sobreponernos a una amenaza tan grande. Hemos tenido que poner en juego toda la resiliencia posible; algunas capacidades que no sabíamos que eran nuestras. A su vez, algo que se ha puesto de manifiesto antes, durante y después de esta crisis es que nunca se puede separar en la persona su indigencia y su grandeza. Tanto a nivel colectivo como individual ha surgido el miedo, la incertidumbre, la debilidad en las diversas dimensiones y, muchas veces al mismo tiempo, el deseo y la realidad de ayudar, la compasión y querer hacer un mundo mejor. Hemos aprendido que todos podemos contribuir a mejorar el mundo en el que vivimos. Todos, no sólo algunos.


En esta situación, podemos redescubrir un nuevo reto: reconocer el sentido propio y significado de cada vida, de modo que se aprenda y se viva otorgando gradualmente la dignidad que corresponde tanto al mundo creado, como al construido y muy particularmente, sin solución de continuidad, a la persona, a cada persona.


Por ello en este mundo globalizado, se precisa una protección social y una cooperación humana y científica a escala internacional. La sociedad y, cada uno de los que la constituyen, con sus heridas y sus contradicciones, con sus interrogantes y aspiraciones, con sus ilusiones y sus cansancios, precisa mantener y mejorar las relaciones profesionales, que siempre deberán tener -y enriquecerse- con la dimensión humanizadora. No hacerlo así es traicionar y renegar de la grandeza de la persona y olvidar su dimensión natural.


La experiencia personal y colectiva de la propia incapacidad no se resuelve con sentimentalismos, con buenismos, con burocracias innecesarias… y, mucho menos, con soledad. No se puede leer los problemas humanos únicamente como problemas individuales. La persona ontológicamente es; pero su ser se forja en la relación y, muy particularmente, en relación respetuosa, cálida, amistosa; en definitiva -si se sabe interpretar- amorosa.


A nivel del profesional biosanitario además de prever y tratar de curar, el protagonismo ha sido y será siempre el cuidado. Reconocer la propia vulnerabilidad nos hace deudores de los demás. Reconocer la propia grandeza nos hace acreedores de los otros. Por eso, esta crisis se convierte en una gran oportunidad de reflexión personal, sanitaria y social. Juntos, sensibles, generosos podremos sacar lo positivo de la amenaza. Una oportunidad que no podemos dejar pasar, sería la peor de las pérdidas.


Ese percibir siempre al otro, incluso como un don que se me ofrece y exige y me interpela, me llama aún desde el silencio, por su indigencia y por su grandeza, un plus de atención gratificante de modo que ante la resignación por el dolor o el sufrimiento, o ante la altanería por el poder, haya en todo caso, tal relación, acogida que se vaya consolidando en uno mismo y en los otros el desvelamiento del mejor yo.


Superaremos esta crisis pero es importante tener memoria, recordar que seguimos siendo vulnerables y, a la vez, personas, con toda su potencia de grandeza, con todo su valor relacional. La reflexión personal y colectiva nos debería acercar a algunos “compañeros de viaje” tales como la humildad, la solidaridad, la compasión, la valentía y coraje, la confianza en otras personas, el cuidado, las relaciones personales, etc… Valores sobre los que debe asentarse nuestra vida y nuestra sociedad.


¿Qué sociedad queremos tener después del Covid-19? ¿Qué tipo de persona quiero ser yo después de esta pandemia? ¿Queremos volver a la misma casilla de inicio que antes de esta crisis, o nos atrevemos a descubrir qué cosas podemos hacer de otra manera? Y ¿tenemos el coraje de sentirnos capaces de ser protagonistas de ese cambio?

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